Xavier Peytibi (izquierda) y Sergio Pérez-Diáñez (derecha).
¿QUÉ ES LA ALT-RIGHT? Desde la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016 la mención a esta extrema derecha estadounidense ha sido frecuente en los medios de comunicación. Ahora que nos acercamos de nuevo a los comicios, un ensayo reciente explica qué es la alt right y cuáles son sus técnicas de comunicación: Cómo comunica la alt-right. De la rana Pepe al virus chino.
Sus autores son Xavier Peytibi y Sergio Pérez-Diáñez. Peytibi es politólogo especializado en relaciones internacionales y consultor de comunicación política y pública en Ideograma, desde donde trabaja para diez países en comunicación de gobierno, campañas electorales y comunicación estratégica. Es profesor en diversos másters de su especialidad (@xpeytibi). Pérez-Diáñez es igualmente politólogo y consultor de comunicación política y asesora a partidos en elecciones. Ha investigado sobre la influencia de Steve Bannon en el discurso electoral de Trump (@spdianez).
Dado que consideramos de gran interés el ensayo de interés para nuestros lectores y lectoras, les hemos hecho esta entrevista. Les agradecemos que hayan accedido a contestar nuestras preguntas por correo electrónico.
¿Qué es la alt-right?
La alt-right constituye un movimiento político complejo, influenciado por la ideología aislacionista del paleoconservadurismo (1930-40) y la Nueva Derecha europea. Esta última la generaron intelectuales de extrema derecha que incorporaron elementos de la izquierda para la actualización de la ideología fascista.
Actualmente, se trata de un movimiento asociado a una comunicación reaccionaria online (de la que dependen para organizarse y difundir sus ideas) y protagonizada por jóvenes con un fuerte sentimiento anti-establishment y que se centran en la cultura, las políticas anti-globalización y la preservación de la raza blanca y la civilización occidental.
¿Podemos incluir en ella a Trump o partidos de ultraderecha?
La alt-right ha podido contemplar cómo Trump ha citado la inmigración como problema, que ha usado un lenguaje que no tiene en cuenta lo que era políticamente correcto, desplegando una serie de mensajes con los que quienes engrosan las filas del movimiento trumpista podían sentirse reflejadas.
Además, la elección de Steve Bannon como jefe de campaña de Trump y posterior estratega jefe en la Casa Blanca se produjo en vistas a lograr el apoyo de personas identificadas con la alt-right, que también servían de ejército de activistas en la red para disparar artillería en forma de memes contra los adversarios políticos de Trump.
No obstante, Trump no es ningún líder de la alt-right, sino que ofrece una ventana de oportunidad al movimiento mediante la cual sus mensajes han pasado de las sombras de Internet a obtener notoriedad pública. Aunque no han empleado jamás ninguna palabra habitual en la retórica de la ultraderecha, sí que han realizado algunos guiños a este espectro. Lo han hecho mediante los llamados mensajes dog-whistle («silbato para perros»), que activan a un target minoritario y pasan desapercibidos para la gran mayoría de la población.
Hay que tener en cuenta, además, que la alt-right no ha podido convertirse en partido político en Estados Unidos, como ha podido hacer la ultraderecha en otros países. Ello ha favorecido su apoyo a Trump al buscar visibilidad. En este sentido, pese a que Trump no sea de la alt-right, sí se ha aprovechado de ella.
¿Cuáles serían sus figuras más relevantes?
En el plano intelectual, destaca la figura de Richard Spencer, fundador del think tank ultra nacionalista National Policy Institute, con sede en Whitefish, a quien se le atribuye haber acuñado el término “alt-right” por primera vez. Generalmente, Spencer es catalogado como una de las voces más influyentes del nacionalismo blanco, si bien él se ha definido a sí mismo como paleoconservador antes de “inventar” la alt-right.
En el plano de la comunicación política y los medios de comunicación, destacan las figuras de Milo Yiannopoulos, quien cuenta en su haber con el mérito de haber elaborado una suerte de manifiesto para entender el movimiento frente a los ataques de lo que él definiría como los medios de comunicación “mainstream” al servicio del establishment, y, sobre todo, Bannon. Un empresario de medios de comunicación que ha dirigido documentales de derechas, fundado un think tank para investigar los escándalos de presunta corrupción del matrimonio Clinton y, sobre todo, haber convertido Breitbart News en el medio de comunicación por excelencia de la alt-right y fuente autorizada para Trump en su carrera por la Presidencia.
¿Qué singulariza la comunicación de la alt right?
En nuestro libro exponemos que los principales elementos de la comunicación de la alt-right son el antagonismo (siempre hay un enemigo al que culpar de todos los males, como las élites, el feminismo o el islam); el patriotismo (ellos son el pueblo que defiende al país frente a los ataques externos o internos); un lenguaje con mensajes sencillos y que generan emociones; la incorrección como forma de ganar más visibilidad en redes y fuera de ellas; el uso del humor como forma de excusar sus ataques; una comunidad donde comparten sus ideas, contenidos innovadores y visuales como los memes; la victimización a cuenta de sus ideas; el uso de medios propios para difundir sus teorías; y el manejo de temas como el nacionalismo exacerbado, el supremacismo blanco o la necesidad de volver al orden.
¿Qué papel tienen las redes sociales en su actuación?
Las redes sociales son un elemento fundamental de la alt-right, ya que la posiciona a la vanguardia de los movimientos políticos actuales y explica dónde radica la mayor parte de su éxito. Fue a partir del episodio del Gamergate en 2014, basado en el ciberacoso troll a las creadoras de videojuegos que habían denunciado el machismo de la industria, cuando la alt-right empezó a muscularse en Internet.
Es en la red donde se libra la guerra cultural de la alt-right contra la hegemonía de la izquierda, rechazando la corrección política y los mensajes feministas de Internet, utilizando especialmente los memes como armas la humillación de los adversarios políticos y alcanzar la viralidad de sus mensajes. Estos memes, apegados a la cultura pop de los millennials, permiten llegar, a partir del humor o de lo políticamente correcto, a nuevos nichos.
Además, muchos otros memes sirven también de guiño simbólico a la comunidad, como por ejemplo ‘Pepe the Frog’, una rana dibujada con el programa MS Paint que, a partir de 2014, se convirtió en un “icono multiuso” de la alt-right. Sólo los miembros de la comunidad entienden perfectamente qué significa, y se convierte en argot propio, y algo que sienten como suyo, y que realimenta su ideología, su burbuja, a la vez que refuerza sus creencias.
Trump mimetizado como Pepe the Frog (www.lasexta.com).
¿Por qué son importantes los «frames» de la alt right?
Los frames son una herramienta de comunicación política que permiten construir metáforas que puedan influir en el «inconsciente cognitivo», tal como indicaba George Lakoff. Se trata de destacar determinados elementos de la realidad para hacerlos más sobresalientes de cara a la opinión pública y enarbolar una visión del mundo que el receptor del mensaje pueda asumir e interiorizar.
En este sentido, y pese a sostener postulados que, a priori, no son compartidos por buena parte de la población más “moderada”, la alt-right ha logrado viralizar buena parte de sus mensajes gracias a una gran capacidad de framing. De este modo, ha colocado algunos marcos mentales en la palestra pública, como el insulto “cuckservatives” para referirse durante las primarias a los republicanos tradicionales que eran adversarios de Trump o que han actuado con pasividad ante el problema de la inmigración ilegal. Actualmente han difundido la expresión “virus chino” para enmarcar la pandemia de la Covid-19 en un contexto de guerra fría con China y teorías de la conspiración que implican a personajes tan diversos como George Soros o Bill Gates.
¿Ha tenido repercusión este movimiento en España?
La alt-right está presente en España a través de las redes sociales, si bien no es un movimiento tan musculado como sucede en otros países como EE.UU., Francia o Italia. Aquí, no tiene grandes comunicadores ni figuras intelectuales relevantes, y desde luego no está vinculada con ningún partido concreto. Ni siquiera con Vox, por mucho que se insista en ello. En España, podemos afirmar que la alt-right aún está en estado embrionario, si bien tiene espacios de crecimiento en redes sociales como YouTube, Twitter o Tik Tok.