ENTREVISTA A ANTONI BATISTA: «LOS JERARCAS DEL FRANQUISMO DINAMITARON LA CARRERA DE SU POLICÍA POLÍTICO MÁS IMPORTANTE, JUAN CREIX»

   

Antoni Batista (Barcelona, 1952) es doctor en Ciencias de la Comunicación y docente de la Universidad Autònoma de Barcelona y de la Rovira i Virgili. Ha trabajado en diversos medios de comunicación -el último La Vanguardia (1989-2003)- y se ha especializado en informar sobre conflictos, destacando sus obras sobre el País Vasco (Diario privado de la guerra vasca, 1999; Euskadi sin prejuicios, 2001; yVoces sobre Euskadi, 2004).      

Ahora ha elaborado  la biografía del célebre comisario franquista Juan Creix (1914-1985) en La Carta (Debate): http://www.megustaleer.com/me_gusta_leer/Libros/L/La-carta-ES/La-carta. Creix -de quien no tenemos imágenes- destacó por su eficacia represiva y protagonizó importantes actuaciones policiales en Cataluña, el País Vasco y Sevilla.  Batista hace un meritoria labor por mostrar la complejidad del personaje y -por ejemplo- narra cómo  tras conocer éste la actuación subversiva de Juan Goytisolo, le citó en un bar y le advirtió que no la prosiguiera. Acto seguido le pidió que le firmara una de sus obras y se despidió.     

Pero Batista no solo elude la diatriba antifranquista fácil, sino que muestra un incómodo aspecto de la Transición: cómo en 1974 los jerarcas del régimen tendieron a Creix -uno de sus más leales y eficientes servidores- una encerrona y le acusaron de falsos dispendios irregulares para cercenar su carrera. La razón de esta maniobra fue política: como Creix era el símbolo de la represión, era necesario sacrificarle para poder pactar con la oposición de manera creíble. Así, mientras muchos franquistas se reinventaron como reformistas, este comisario quedó condenado a ser uno de los escasos «malos de la película». La Carta constituye así una aportación tan interesante como sugerente sobre los «perdedores» del franquismo que posibilitaron la democratización. Agradecemos a su autor que haya accedido a ser entrevistado para nuestro blog.     

¿Por qué le ha interesado escribir la biografía del comisario franquista Juan Creix? ¿Cómo le definiría al lector?     

Porque es, junto a Melitón Manzanas, el policía político más importante de la represión franquista; se da además la circunstancia de que, cuando ETA mató al primero, fue Creix el encargado de sentar en el banquillo a sus ejecutores en el célebre Proceso de Burgos. La definición del protagonista, segunda parte de su pregunta, no es sencilla. Fue un personaje muy complejo, sin duda le marcó ser cruelmente torturado en las checas republicanas, y muchos de los antifranquistas que detuvo él cuentan torturas terribles a las que es difícil sustraer una relación causa-efecto. Estaba convencido que el comunismo era el peor de todos los males y que el fin justificaba los medios para acabar con él. Pero era una persona leída, inteligente y culta, y a partir de un cierto momento, concretamente tras un viaje de estudios con el FBI, relaja sus métodos y trata de cambiar, pero el franquismo lo quiere como era, no cómo quería ser, y en el delicado momento de su mutación personal, lo manda al País Vasco para acabar con ETA.      

 ¿Por qué los jerarcas del régimen dinamitaron su carrera con su cese fulminante en 1974?      

Lo cesan porque la democracia con él en activo no hubiera sido creíble, como no lo hubiera sido sin legalizar al partido Comunista, son dos caras de una misma moneda. Los motivos del cese son surrealistas, totalmente falsos, acusado de probidad, apropiación indebida de fondos…, delitos que jamás habría ni pensado en cometer. Pero si lo cesaban por torturador se hubieran autoinculpado los mismos que lo cesaban.        

        

¿Por qué títula su libro «La carta»?  

Porque el storyline del libro es la larga carta que Creix envía a Rodolfo Martín Villa, contándole en primera persona y manuscrita, toda su trayectoria profesional, para pedirle ayuda en el momento de la purga, la Transición en la que Martín Villa fue pieza clave. De hecho, “la Carta” es un documento de primera magnitud, una historia de la represión franquista en España contada por ella misma, puesto que Creix estuvo destinado en tres de los focos más importantes de subversión antifranquista: Catalunya, Euskadi y Andalucía.     

Célebre carga de la policía armada, los «grises», que Creix dirigió.  

Tras analizar el personaje ¿Considera que la policía dictatorial fue eficiente en términos represivos?   

Desgraciadamente, fue eficiente; lo tenían todo a su favor, omnipotencia y ningún respeto por el habeas corpus. En estos tiempos de psicopatía neopositivista diría que las cifras de detenidos, años de cárcel y ejecuciones hablan por sí solas.     

¿Cuáles han sido las fuentes que ha empleado para escribir su obra?  

Los archivos de los Gobiernos Civiles de las tres demarcaciones, el archivo de la Brigada Social de Barcelona, los testimonios directos de sus principales detenidos, prensa legal y clandestina, el archivo del nacionalismo vasco del monasterio de Lazkao, el Archivo Nacional de Catalunya, el archivo del Centro de Estudios Históricos Internacionales (CEHI) y un familiar directo del protagonista que a parte de su testimonio me dio acceso a su documentación privada. Quiero resaltar que mi estancia en los archivos de la Brigada Social de Barcelona fue privilegiada, los cogí en el momento de ser empaquetados para su traslado al que luego sería archivo histórico de la Policía, pude verlo todo, tomar las notas y fotocopiar cuanto quise. Y puedo afirmar que no todo lo que estaba, está ahora, porque Miguel Núñez, uno de los principales detenidos por Creix, al escribir sus memorias quiso acceder a su legajo, tuvo que recurrir al Defensor del Pueblo y aún así no lo vio. Yo sí.    

Afirma la necesidad de dejar de escribir «contra» vencedores y/o vencidos de la Guerra Civil para escribir «sobre» ellos. ¿Cree que el actual clima de opinión dominado por la «memoria histórica» facilitará esta tendencia?    

Permita que conteste a esa pregunta en mi faceta de “raimonólogo”, de biógrafo autorizado, admirador y amigo de Raimon. En una canción, dice: “Malaguanyat el país que no es pren la gran faena de lluitar contra l’oblit”. En otra, a partir del pensamiento de dialéctica lingüística de Wittgenstein, afirma: “Qui pregunta ja respon, qui respon també pregunta”. Su pregunta se contesta sin necesidad de respuesta. 

Esta entrevista -como el resto de materiales del blog- se puede reproducir citando su procedencia.

Los comentarios están cerrados.