EL ASESINATO DE YOLANDA GONZÁLEZ: LAS CONEXIONES DE HELLÍN CON LOS ÁMBITOS DE SEGURIDAD DEL ESTADO

Yolanda


EL PASADO MES DE  FEBRERO cobró inesperada actualidad un triste episodio de la transición democrática:
 el homicidio de Yolanda González, militante en el extraparlamentario Partido Socialista de los Trabajadores [PST], que fue cometido en febrero de 1980 por dos ultraderechistas, Emilio Hellín e Ignacio Abad.

El mes citado el diario El País (24/II/2013) publicó una información sobre uno de los dos implicados en el crimen, Hellín, señalando que éste -que fue condenado a 43 años por el asesinato y había cumplido su condena- trabajaba «para los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado en casos judicializados y forma a sus agentes en técnicas forenses de espionaje y rastreo informático».

Al día siguiente, el mismo diario informó que desde el ministerio del Interior se admitió que Hellín fue contratado los años 2006, 2008, 2009, 2010 y 2011 para cursos de especialización a agentes.

Las conexiones de Hellín con ámbitos de seguridad del Estado

En este aspecto, consideramos que tal situación no es una novedad, pues  cuando fueron investigados los homicidas de González, emergieron conexiones policiales de Hellín, que dirigía una academia de informática donde se halló un pequeño arsenal.1

Entonces Blas Piñar -líder de Fuerza Nueva- las explicó así: «Hice averiguaciones. Se me dijo que la Academia […] de Informática tenía relaciones con los servicios policiales. Por eso […] conseguí una entrevista con el Juez instructor, Ricardo Varón Cobos. […] Me confirmó las conexiones oficiales de Hellín. Tenía carnés, me dijo, de varias agrupaciones políticas y sindicales».

Por su parte, el general de la Guardia Civil José Antonio Sáenz de Santa María incluso afirmó que «la sospecha de que en el asesinato [de García] participó algún miembro de la policía nunca quedó despejada por completo».3 Por nuestra parte, ignoramos el fundamento de tal afirmación.

¿Existió porosidad entre ámbitos de la seguridad del Estado y la ultraderecha?

Esta información ya la publicamos el 2009 en un artículo académico reseñado en este blog sobre la ultraderecha española y la llamada estrategia de la tensión, donde planteábamos la posibilidad de que el terrorismo de la extrema derecha se caracterizó por tres dinámicas a menudo entrecruzadas: iniciativas espontáneas que designamos como «espontaneísmo armado»; actos instigados por individuos con conexiones con círculos de la seguridad del Estado; y episodios con un uso planificado de la misma.

Asimismo, apuntamos que el terrorismo de este espacio político pareció actuar a remolque de los hechos, en flagrante contradicción con sus metas y con una autonomía que plantea interrogantes sobre eventuales instigadores ajenos a este ámbito político.

En este sentido, quien ha sido un destacado activista e ideólogo de la extrema derecha, Ernesto Milá, ha afirmado que «en Madrid, los grupos ultras practicaban el compadreo con los medios policiales y muchos estaban convencidos de que contaban con la cobertura, la complicidad o la afinidad de muchos policías». Son interesantes al respecto sus dos volúmenes de memorias titulados Ultramemorias (el primero de los mismos fue reseñado en este blog).

En definitiva, más allá del triste caso de Yolanda González, en la violencia política de la Transición todavía quedarían lagunas por estudiar.

Notas

1. Véase «Las últimas víctimas del movimiento estudiantil», Tiempo (13/III/1989), pp. 62-69. «Tramas negras, ni pena ni olvido», El País (30/X/1988).

2. Blas Piñar, Por España entera. Escrito para la Historia (2), Madrid, Fuerza Nueva Editorial, p. 423.

3. Diego Carcedo, Sáenz de Santa María. El general que cambió de bando, Madrid, Temas de hoy, 2003, p. 237.

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