EL CANDIDATO ALBIOL: ¿HACIA UN GIRO «LEPENISTA» DEL PP CATALÁN?

Albiol-Levy

Alícia Sánchez-Camacho presenta a García Albiol como candidato el 27-S y a la número dos de la lista, Andrea Levy (foto del PPC).

EL PP CATALÁN HA ESCOGIDO COMO CANDIDATO A LOS COMICIOS AUTONÓMICOS DEL 27 DE SEPTIEMBRE [27-S] A XAVIER GARCÍA ALBIOL, el exalcalde de Badalona, tercera ciudad de Cataluña en población (217.210 habitantes).

García Albiol consiguió implantarse en esta urbe de la zona metropolitana con un discurso de fronteras porosas con el lepenismo al centrarse en los problemas atribuidos a la inseguridad ciudadana y a la inmigración.

Una carrera ascendente en las urnas

Así, en las últimas elecciones municipales “Limpiando Badalona” fue su controvertido eslogan, en una campaña centrada nuevamente en el orden público y la inmigración. Y es que este político se adentró por esta vía a los comicios locales del 2007 (con el vídeo Siete minutos) y en los del 2011 se hizo con la alcaldía después de tildar a los gitanos rumanos de “plaga”.

A pesar de la polémica, su apoyo a las urnas no cesó de crecer: en el 2007 ascendió de 5 a 7 ediles (pasó del 17.5% de los votos al 21.8%); en el 2011 logró 11 (33.4%) y en mayo de este año bajó a 10, pese a reunir más votos (34.3%). Otros líderes del PP quisieron emplear este discurso, especialmente Sonia Esplugas en l’Hospitalet (segunda urbe catalana en población con 253.518 habitantes), y Alberto Fernández Diaz -candidato en Barcelona- alertó sobre la eventual creación de «guetos islámicos».

Como publicamos en el diario catalán Ara («Badalona, el nou laboratori polític», 25/V/2015), consideramos entonces que con este mensaje el PP estaba realizando, más que un giro táctico, un cambio de rumbo.

El vídeo Siete minutos de García Albiol en la campaña electoral del 2007.

La competencia entre «albiolismo» y «angladismo»

Para razonarlo debemos remitirnos a las elecciones celebradas locales desde el 2003, que generaron en Cataluña una derecha populista dual: el “albiolismo”, en el área metropolitana, y la Plataforma por Cataluña [PxC], con arraigo inicial en la Cataluña central y sede en Vic.

El plataformismo despuntó en los comicios del 2003, se consolidó en los del 2007, cuando fue segunda fuerza en Vic (18.5%), y en los del 2011 irrumpió en los consistorios metropolitanos: l’Hospitalet (7.3%), Santa Coloma (9%), Sant Boi (10.4%), Sant Andreu de la Barca (5%) y Viladecans (5.5%).

Sin embargo, en los últimos comicios, con una PxC en crisis y caída en picado de apoyos, el PP aparentemente intentó conformar en el área metropolitana una derecha populista tomando como flotador la «receta Albiol». Así, la inmigración y la seguridad ciudadana ganaron centralidad en su mensaje, que permite dirigirse a un electoral transversal y con presencia de sectores populares (Albiol captó el 2011 más del 50% de votos en el complejo barrio de Sant Roc).

Limpiando badalona

El lema de García Albiol en los comicios locales del 2015  (foto de  ACN)

Un PP con «dos almas»

Con este discurso, además, el PP metropolitano quiso proyectarse como un partido de protesta al esgrimir problemas atribuidos a los “de fuera” y en el plano identitatario intentó afirmar el eje que contrapone autóctonos y foráneos frente al que bascula entre catalanidad y españolidad. Este último aspecto no es un tema menor en vistas unos comicios autonómicos como los del 27-S, a los que CDC, ERC y la CUP quieren otorgar un carácter plebiscitario en relación a la independencia.

Desde esta óptica, las elecciones locales del 2015 parecieron marcar una tentativa de reinvención del PP como un partido de dos almas: una estatal, gubernamental y alejada de excesos retóricos (visible en el lema electoral empleado a nivel estatal: «trabajar, hacer, crecer») y la otra local, derechista y populista (patente en el eslogan “limpiando Badalona”). Aun así, la fórmula sólo funcionó en Badalona, con un líder carismático consolidado, y la formación se hundió en el resto de Cataluña: pasó de los 473 concejales obtenidos en el 2011 (con el 12.6% de los sufragios, 363.555), a 214 en los del 2015 (con el 7.5% de los sufragios, 234.847 votos).

En su quiebra influyó en grado diverso el desgaste causado por la acción de gobierno de Mariano Rajoy (que aplicó medidas opuestas a las que anunció en el programa), la corrupción y la competencia de Ciutadans [C’s]. Este último partido parece configurar un «plan Renove» del espacio autodenominado constitucionalista, con un dirigente telegénico -Albert Rivera- que promete cambio y transparencia.

Es sintomático al respeto que la cabeza de lista de C’s en Barcelona fuese una exedil y exdiputada del PP, Carina Mejías, lo que testimonió su voluntad de captar votos entre el electorado popular, a la par que visualizó que la «nueva política» en algunas ocasiones no es tan nueva, sino que recicla elementos de la tradicional.

Folleto PP l'HospitaletPropaganda del PP de l’Hospitalet en los comicios del 2015 que avala con el lema «En Badalona la receta funciona».

¿Un albiolismo catalán?

Ahora el nombramiento de García Albiol plantea la posibilidad de que ante una cita electoral harto difícil para el PP (los comicios del 27-S), Rajoy apueste por modular un discurso «albiolista» a nivel catalán con diversas metas.

Nos referimos al afán de marcar un perfil alto en una campaña en la que cuenta con bajas expectativas de voto (con el fin de competir con C’s), movilizar a los abstencionistas y evitar quedar en una posición minoritaria en un hemiciclo que los sondeos dibujan muy fragmentado.

En este aspecto, un mal resultado electoral podría lanzar un mensaje incómodo ante los comicios legislativos previstos a finales de este año: que el PP se encoge en Cataluña ante C’s. En este sentido, recomendamos la lectura del interesante análisis de Enric Juliana, badalonense y buen conocedor del albiolismo, en La Vanguardia: «Albiol, un sheriff tentado por el lepenismo» (29/VII/2015).

En definitiva, la pregunta clave en el contexto descrito es si García Albiol, en vistas al 27-S, perseverará en su discurso de fronteras desdibujadas con el lepenismo otorgándole una nueva centralidad y respetabilidad. Veremos, pues, hasta qué punto Badalona puede ser un laboratorio político catalán y -atención- eventualmente estatal.

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